El templo es uno de los edificios más emblemáticos del complejo de Angkor, en Camboya. Fue erigido durante el reinado del rey Jayavarman VII a finales del siglo XII. Originalmente, se llamaba Rajavihara, que significa «Monasterio Real». Construido en honor a la madre del rey, Ta Prohm servía como monasterio budista y como centro religioso y académico. En su apogeo, albergaba a miles de monjes, maestros y eruditos.
Con el declive del Imperio jemer en el siglo XV, Ta Prohm, como muchos otros templos de Angkor, fue gradualmente abandonado. Con el paso de los siglos, la naturaleza reclamó su espacio, y enormes árboles centenarios invadieron los muros y las estructuras del templo, creando un paisaje tanto fascinante como místico.
En el siglo XX, arqueólogos franceses emprendieron excavaciones y trabajos de conservación en Angkor. Sin embargo, este lugar fue intencionalmente preservado en su estado casi original, con una mínima restauración, para mantener su atmósfera cautivadora y su vínculo único con la naturaleza.

La originalidad arquitectónica del templo
La estructura ancestral se distingue por su arquitectura única, donde la naturaleza y la obra humana se entrelazan armoniosamente, creando una belleza a la vez misteriosa y cautivadora. Su característica más emblemática es, sin duda, la presencia de árboles gigantescos, cuyas raíces tentaculares se infiltran a través de los muros, los techos y las estructuras del templo, formando un paisaje fascinante y hechizante.
Especies como los ficus y los baobabs envuelven los bloques de piedra, proyectando su sombra sobre vestigios que han atravesado los siglos. Sus raíces masivas se extienden y se aferran a las paredes, dando la impresión de que el templo y la naturaleza se han fusionado en uno solo
A diferencia de otros templos de Angkor que han sido ampliamente restaurados, la estructura ancestral ha conservado su estado casi original, con sus largos pasillos, sus muros en ruinas y sus santuarios estrechos, evocando una atmósfera a la vez mística e intemporal. Las esculturas en piedra son de una delicadeza notable, representando principalmente deidades budistas y motivos florales, mientras que los relieves detallados ilustran deidades protectoras.
La asociación entre los vestigios de piedra y los árboles centenarios sumerge a los visitantes en un universo atemporal, otorgándole a Ta Prohm una atmósfera única e inolvidable.

La magia del templo reside en esta fusión entre la arquitectura y la naturaleza, ofreciendo una experiencia inmersiva y cautivadora. Al explorar este lugar, los visitantes descubren sitios emblemáticos impregnados de historia y encanto salvaje, entre los cuales destacan
La puerta de entrada del templo
Punto de partida de la visita, está adornada con esculturas minuciosas que representan deidades y guardianes celestes, simbolizando la protección y el poder sagrado. El acceso al templo se realiza a través de senderos cubiertos por la vegetación, lo que refuerza su atmósfera mística y pacífica.

Los árboles centenarios
Uno de los elementos más fascinantes de Ta Prohm es la presencia imponente de estos árboles gigantes, cuyas raíces masivas se entrelazan con las piedras del templo. Su crecimiento espectacular le da al sitio un aspecto surrealista, como si el templo y el bosque fueran uno solo.
A primera vista, las gruesas raíces parecen semejantes a enormes serpientes, arrastrándose por las paredes del antiguo templo de piedra. Dependiendo del ángulo desde el cual las mires, estas raíces también pueden evocar cuerdas misteriosas, como si sujetaran firmemente el templo, asegurando su perdurabilidad a lo largo de los siglos.
Esta visión crea un contraste fascinante entre la naturaleza y la arquitectura, otorgando al templo una atmósfera casi mágica, donde el implacable paso del tiempo parece ser desafiado y preservado al mismo tiempo por la fuerza tranquila de la naturaleza.
Además de los árboles Tung, las raíces de los árboles Knia se extienden sobre las estructuras arquitectónicas del templo Ta Prohm. Lo que resulta particularmente fascinante es que, a pesar de su desarrollo invasivo, estas raíces parecen evitar con una sorprendente precisión los rostros esculpidos en los relieves, como si respetaran la sacralidad de las figuras representadas. Esta fusión entre la naturaleza y la arquitectura le otorga al templo una belleza misteriosa, convirtiéndolo en un símbolo único dentro del complejo de Angkor.

Los pasillos en ruinas
Los visitantes atraviesan largos pasillos derrumbados por el paso del tiempo y la vegetación. Las paredes agrietadas, cubiertas de musgo y enredaderas, sumergen a los visitantes en un escenario digno de un cuento olvidado, donde cada piedra parece contar una historia antigua.

Los santuarios y los relieves esculpidos
Los pequeños santuarios albergan estatuas finamente esculpidas de Buda y deidades hindúes. Los relieves en las paredes cuentan mitos y escenas de la vida cotidiana de los jemeres de antaño, ofreciendo una fascinante visión de la cultura y las creencias religiosas de la época.
Como lugar sagrado, Ta Prohm impone ciertas normas de vestimenta. Se pide a los visitantes que lleven ropa respetuosa, cubriendo los hombros y las rodillas, para honrar las tradiciones locales y respetar las regulaciones del templo.

¿Cuál es la mejor época para visitar?
Puedes visitar este templo en cualquier momento del año. Sin embargo, como el clima de Camboya es similar al de Vietnam, es preferible evitar los meses más calurosos, cuando el sol es especialmente intenso. El mejor momento para explorar Angkor y sus templos es entre noviembre y febrero, cuando las temperaturas son más suaves y agradables.
Al explorar Ta Prohm, también tendrás la oportunidad de comprar recuerdos artesanales hechos por los habitantes locales que viven cerca del templo. Estos objetos, aunque de bajo costo, tienen un gran valor simbólico y son regalos perfectos para ofrecer a tus seres queridos después de tu viaje.
¿Cuánto tiempo se recomienda para visitar Ta Prohm?
Para disfrutar plenamente del templo y explorar los otros templos del complejo de Angkor, se recomienda reservar entre uno y dos días. Esto te permitirá descubrir los sitios emblemáticos, admirar los vestigios históricos y apreciar la atmósfera mística del lugar sin prisas.